Cuando se piensa en pobreza energética la primera imagen que viene a la cabeza es la de hogares con bajos ingresos y viviendas mal aisladas y húmedas. No solo es así. Es un problema que también impacta, y mucho, en países desarrollados
Según datos de la Unión Europea, en 2019 un 11% de la población, cerca de 54 millones de europeos, la sufrían. En España, existen entre 3,5 y 8,1 millones de personas en esta situación, según la Estrategia Nacional contra la Pobreza Energética 2019-2024. Los elevados precios de la energía, el alto nivel de inflación y un parque inmobiliario poco eficiente están provocando que aumenten las tasas de pobreza energética, que se produce cuando una familia carece de servicios energéticos adecuados en su hogar.
Seis regiones europeas, entre ellas Andalucía a través de la Agencia Andaluza de la Energía, entidad adscrita a la Consejería de Industria, Energía y Minas, han trabajado durante cuatro años en el proyecto europeo POWERTY Renewable energies for vulnerable groups buscando soluciones al que se está convirtiendo en uno de los principales retos de nuestra sociedad y que tiene a su vez una repercusión directa en la salud. Un proyecto que, como señala Camille Milloir, de la Secretaría Conjunta de Interreg Europe “es el único de los 60 proyectos de cooperación en economía baja en carbono de este programa centrado en la lucha contra la pobreza energética”.
Los resultados de esos años de trabajo han sido compartidos y puestos en valor durante dos días en Sevilla en el evento final internacional del proyecto POWERTY, inaugurado por la viceconsejera de Industria, Energía y Minas, Ana María Vielba, quien ha estado acompañada del director gerente de la Agencia Andaluza de la Energía, Francisco Javier Ramírez. Un evento que ha reunido, por un lado, a unos 125 expertos y profesionales interesados en conocer cómo se han utilizado en Europa las energías renovables para paliar la pobreza energética, y por otro, ha convocado de forma técnica a los socios del proyecto, que han tenido la oportunidad de realizar una visita al barrio de Torreblanca para ver las instalaciones fotovoltaicas que harán posible compartir electricidad de forma colectiva y colaborativa.
Ana María Vielba ha destacado el potencial renovable de Andalucía y el propósito de la región de “convertirse en punto de referencia en sostenibilidad, la mejora de la calidad del aire y la lucha contra el cambio climático”. Un objetivo que se quiere conseguir no sólo con el apoyo a las energías renovables, sino impulsando las comunidades energéticas “que permiten situar a la ciudadanía en el centro del sistema energético, dotando a las personas de más herramientas y alternativas para que puedan asumir un papel más activo como usuarios de la energía, pasando de ser meros consumidores a productores y consumidores”.
Experiencias y soluciones
Facilitar a los colectivos vulnerables el acceso a las energías renovables y el establecimiento de nuevos modelos de financiación han sido algunas de las medidas innovadoras que se han sumado a otras más tradicionales como la rehabilitación energética o las ayudas para hacer frente al coste de los suministros energéticos, como soluciones que se han aplicado en hogares afectados por la pobreza energética de las seis regiones socias para mejorar su calidad de vida.
Los socios participantes que han expuesto sus experiencias son la propia Agencia Andaluza de la Energía por parte de España, la Agencia de Medio Ambiente y Energía de la región de Auvergne Rhône-Alpes (AURA-EE), de Francia; la Agencia de Energía de Plovdid (EAP), por parte de Bulgaria; Agglomeration Opole Trust (AOT, federación de 21 municipios), de Polonia; la Agencia de Desarrollo e Inversiones Públicas (VIPA), de Lituania; y la Universidad de Mánchester a través del Observatorio Europeo de Pobreza Energética (EPOV), por parte del Reino Unido.
En Andalucía, la Agencia Andaluza de la Energía, líder del proyecto, ha promovido la primera comunidad energética llevada a cabo íntegramente en un entorno desfavorecido, el barrio sevillano de Torreblanca, catalogado como uno de los más pobres de España según los Indicadores Urbanos del Instituto Nacional de Estadística. Dos instalaciones fotovoltaicas (con 70 paneles y una potencia de 10 kW y 5 kW, respectivamente), ubicadas en dos colegios públicos de la zona, permitirán a partir del último trimestre de este año que 14 familias y los propios centros educativos reciban energía de forma gratuita, lo que les permitirá ahorrar hasta un 40% en su factura eléctrica.
Otra solución probada en el proyecto POWERTY se encuentra en el uso de baterías residenciales unidas al autoconsumo. Es fundamental la expansión del almacenamiento en Europa para aprovechar todos los beneficios derivados de un despliegue más amplio de las energías renovables, algo en lo que insiste Andreas Tuerk, experto europeo en comunidades de energía, del Instituto de Investigación Joanneum Research. Y eso precisamente están haciendo en Bulgaria, donde un tercio de los hogares están afectados por la pobreza energética convirtiéndolo en el país europeo con las tasas más altas. Angelina Tomova, de la Agencia de la Energía de Plovdiv explica que en ese municipio, gracias al proyecto POWERTY, se han puesto en marcha instalaciones fotovoltaicas con sistemas de almacenamiento en tres edificios de viviendas sociales con los que han conseguido cubrir entre el 60% y el 80% de la demanda de calefacción eléctrica, ofreciéndoles más autosuficiencia energética y reduciendo su factura eléctrica, por lo que son una solución viable, rentable y atractiva para el alivio de la pobreza energética con múltiples beneficios aplicables a los hogares de bajos ingresos. Los resultados alcanzados han permitido que el ayuntamiento haya aprobado su extensión a otros 70 edificios públicos.
En Lituania, el segundo país tras Bulgaria con mayor pobreza energética en Europa, con inviernos de entre -8 y -20 grados, existen aproximadamente 32.000 edificios de apartamentos construidos con los estándares técnicos de 1993, muchos de los cuales no pueden afrontar la reforma necesaria para mejorar su eficiencia y reducir el consumo energético. De ahí la importancia de la inversión en eficiencia energética. Renata Adomaviciene, de la Agencia de Desarrollo e Inversiones Públicas lituana (VIPA), explica que uno de los problemas de los colectivos más vulnerables para instalar energías renovables en sus hogares es el acceso a los sistemas de financiación tradicionales. Por ello, desde el gobierno lituano se realizaron cambios legislativos que incluían instrumentos financieros especialmente adaptados a estos colectivos y exigían un compromiso de ahorro al ciudadano, que han favorecido rehabilitaciones energéticas y la instalación de tecnologías renovables en más de 3.000 edificios de apartamentos.
En Francia, cerca de 7 millones de hogares se encuentran en una situación de inseguridad energética. Noémie Zabeaux, de la Agencia de Medio Ambiente y Energía de la región de Auvergne Rhône-Alpes (Francia), cuenta que han movilizado la financiación ciudadana y, en un modelo contractual y económico validado por expertos, han convertido las comunidades energéticas en un nuevo operador de energía que se hace cargo de los trámites administrativos y económicos para mejorar la eficiencia de los edificios en entornos vulnerables. Así, mediante la constitución de una comunidad energética se vende electricidad a la red para invertir el dinero en nuevos proyectos de eficiencia energética y energías renovables en los hogares vulnerables. Los beneficiarios devuelven el coste de la inversión a través de una renta calculada en base al ahorro esperado, como si se tratara de una empresa de servicios energéticos.